Cierto es que, como comentaba en la entrada anterior, la crisis ha impulsado a las administraciones a priorizar las políticas sociales para dar respuesta a los casos que precisan del apoyo de las víctimas de la recesión económica. Y así será hasta que el plan de emergencia activado por todas las instituciones consiga mitigar la situación de desamparo en la que viven muchas familias.
Sin embargo, una sociedad que aspira a alcanzar una mayor amplitud de miras y a ofrecer un futuro más optimista no puede ni debe congelar los planes que nos permitirán ser más fuertes en un futuro.
El empleo, el bienestar social, la educación, la sanidad y la vivienda seguirán figurando hasta que sea necesario en lo más alto del orden de prioridades de nuestros gestores, pero Canarias no puede perder ni in solo minuto en el desarrollo de las bases sobre la que se cimentará nuestro futuro.
Aquellos que sólo piensen en el presente y aplacen para mañana el debate sobre cómo serán los cimientos del nuevo archipiélago, cometerá un grave error. No es la primera vez que Canarias vive una situación similar, pero esta vez tenemos la oportunidad de aprender de los errores del pasado y no sustituir un monocultivo por otro.
Vivimos tiempos duros en materia económica y de mucha hostilidad entre quienes debemos consensuar qué queremos que sea Canarias. Todos, unos con más empeño que otros, tratamos de buscar soluciones para ofrecer respuestas a corto y medio plazo, pero considero que donde no debe haber fisuras es en el diálogo y en el trabajo que debemos acometer sin dilación para edificar el futuro que nos espera.
En Canarias hemos demostrado a lo largo de esta legislatura que el consenso es posible y que, pese a las diferencias, podemos trazar en una misma mesa cuál es la camino que debemos andar para dejar atrás nuestro pasado marcado por la dependencia de un número limitado de productos y abrir las puertas hacia un modelo diversificado y más competitivo.
Nos encontramos a tan sólo diez meses de un nuevo proceso electoral y, como todos sabemos, la historia siempre se repite. Seremos testigos de debates encarnizados y acusaciones estériles que sólo servirán para enturbiar el ambiente social y político. Cada partido construirá sus propios mensajes para atraer al mayor número de electores y muchos abrirán el baúl de los insultos y las descalificaciones absurdas para tratar de obtener los mayores réditos políticos.
Y es en este punto donde, como presidenta de Coalición Canaria, hago un llamamiento para que el inevitable debate en clave electoral no nos reste fuerzas para no perder ni un solo minuto en cumplir nuestras verdaderas obligaciones. En Canarias debemos seguir trabajando juntos hasta el último segundo y actuar con la sensatez y la cordura que nos exige una situación inaudita y que, desgraciadamente, afecta a muchas familias.
En caso contrario, seremos unos irresponsables y contribuiremos a que se agrave el divorcio que, en estos momentos, existe entre la ciudadanía y los políticos.