sábado, 17 de abril de 2010

Diecisiete años después de la llegada de Manuel Hermoso


En un mes de abril de hace 17 años, los nacionalistas hacíamos historia tras el acceso de  Manuel Hermoso a la Presidencia del Gobierno de Canarias.

Han pasado ya 17 años desde que, aquel 6 de abril de 1993, nuestro compañero Hermoso se dirigía por primera vez a todos los canarios y canarias como jefe del Ejecutivo con un mensaje que he querido rescatar de las hemerotecas como homenaje a nuestro primer presidente:

“Un pueblo necesita esperanzas para el porvenir”, decía Hermoso. “Y nosotros, Coalición Canaria, traemos esperanzas y traemos futuro”.

Corría el año 1993 y en Canarias residían 600.000 personas menos que hoy. Hermoso heredaba entonces una región “en coma”, con una tasa de paro cercana al 28 por ciento, y con serios problemas estructurales en educación, sanidad y en todos los servicios básicos.

Viajar de una isla a otra era una odisea y miles de jóvenes de casi todas las Islas veían truncado su futuro por las penurias de entonces y por las limitaciones de acceso a los estudios universitarios y a una carrera profesional de futuro.

Canarias clamaba a gritos la solidaridad de un Estado más lejano que nunca y miraba con esperanza hacia la desconocida Europa.

Tiempos difíciles marcados por una crisis económica casi tan virulenta como la que vivimos 17 años después. Eso sí, con el agravante de que, entonces, Canarias era un territorio pobre, sin recursos naturales e incomprendido por quienes, a 1.500 kilómetros, trataban de aplicar en un territorio fragmentado y lejano las mismas políticas que en la España peninsular.


Hoy, cuando nos encaminamos hacia nuestra mayoría de edad, podemos decir con orgullo que, gracias a aquel difícil camino iniciado por Hermoso, nuestro Archipiélago pasó de ser un territorio maltratado por la indiferencia de Madrid a una comunidad que sí cuenta en las políticas de Estado.

Hombres y mujeres, unos conocidos y otros anónimos, han abanderado, desde entonces, un cambio que sólo fue posible gracias a un movimiento nacionalista que dijo basta al inmovilismo y el letargo de las sucursales de los partidos estatales en Canarias. 

No ha sido fácil. Pese a los avances de una sociedad que ha vivido un cambio radical y que ha mejorado notablemente los indicadores de nuestra calidad de vida, seguimos repitiendo el mismo mensaje que hace tres lustros: 

“que se escuche nuestra voz; que se escuchen nuestras razones”. 

De aquella crisis de la década de los noventa, construimos una nueva Canarias. Apostamos por un modelo que generó riqueza en nuestro archipiélago y permitió crear una red de infraestructuras educativas y sanitarias acorde con la demanda de la población de las Islas.

No contábamos, sin embargo, con que el progreso y el inicio de los movimientos migratorios iban a suponer un boom demográfico sin precedentes que iba a elevar nuestra población por encima de los dos millones de personas.

El resto de la historia ya la conocen.

Ha sido un recorrido en el que, pese a las adversidades, hemos logrado una sociedad más justa y equilibrada. Unas palabras que, sin embargo, para quienes hoy viven las secuelas de la crisis, pueden sonar huecas y vacías de contenido.

No obstante, y pese a que el pesimismo se ha apoderado de muchos hogares en Canarias, hemos sido capaces, una vez más, de liderar un nuevo cambio que, sin duda, derivará en un nuevo modelo económico.

Manuel Hermoso supo leer, en 1993, el contexto económico y las claves para crecer y hoy, 17 años después, y gracias al trabajo iniciado por Adán Martín y que ha continuado Paulino Rivero, Canarias se encamina, una vez más, hacia un modelo en el que primará la innovación, las energías alternativas, un turismo de calidad, la sostenibilidad y la conservación de nuestro territorio.

Lideraremos, una vez más, las políticas que cambiarán nuestro rumbo. Y lo haremos con o sin el apoyo de un Gobierno del Estado que, hasta ahora, no ha cumplido su promesa de desarrollar una estrategia integral para Canarias que ponga fin a nuestros grandes problemas estructurales.

Y contamos, para ello, con un equipo de primera división que defenderá a Canarias en Bruselas, en Madrid, en cada una de las islas, en cada uno de los municipios, en cada uno de los barrios.

Los pesimistas y los catastrofistas militan en un partido que ha hecho del insulto su única forma de hacer política.

Los demagogos que hoy tratan de subirse al carro de la austeridad y anotarse tantos de un Gobierno cuya agenda ha sido marcada por  la insesante labor de Coalición Canaria militan en un partido que tira de sus líderes estatales para desprestigiar nuestras siglas.

En Coalición Canaria no cabe ni el catastrofismo de unos ni la demagogia de otros.

En nuestro partido, el de todos los nacionalistas canarios, sólo cabe el optimismo y la esperanza.











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